En un céntrico restaurante de Niza nos sirvieron un entrecot con una guarnición de ensalada. La ensalada no podía ser más fresca, conservaba una mariquita del huerto.
Este es uno de los magníficos atardeceres que he podido disfrutar estas vacaciones en Croacia, donde toda la línea del horizonte son siluetas superpuestas de islas.