Foto: Laura Climent.
De estas anillas para atar caballos había dos. Una a cada lado de la puerta del local llamado "La Madrugá" en la calle Virgen de las Huertas, de Sevilla.
Mi nieta Angela, a hombros de su padre, se asía de ellas cada vez que pasaba por delante. Para ella era una gran diversión y fueron muchos los días que hizo la parada obligada ante lo que consideraba un alto imprescindible en el camino al entrar y al salir de casa, por aquel entonces en la calle Salado.
Con la remodelación del local, estas piezas antiguas, han desaparecido. Espero que quien las tenga, sepa disfrutarlas y lucirlas como lucían hasta ahora.